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jueves, 27 de octubre de 2011

El fuego del dragón

Este video capta el momento en el que una dracónida explota en la atmósfera a principios de este mes.  Las imágenes se han obtenido en una campaña de observación de esta tormenta de meteoros utilizando aviones para evitar las nubes.


Vídeo: ESA

El sábado 8 de octubre por la tarde, la Tierra se zambulló en un torrente de polvo y rocas lanzadas al espacio por el cometa Giacobini–Zinner.  La lluvia de meteoros resultante iluminó el cielo de Europa con estrellas fugaces.

El punto desde que irradian todas estas estrellas se sitúa en la constelación de Draco, el dragón, que da nombre el de "Dracónidas" a esta lluvia  que se produce en la misma época cada año cuando la Tierra atraviesa la estela dejada por el cometa. En 2011, sin embargo, había una diferencia. Los astrónomos habían predicho un número inusualmente alto de meteoros debido al encuentro de la Tierra con parches particularmente densos de la estela.

Detlef Koschny, del Grupo de Investigación de meteoros de la ESA, ha liderado la participación del Organismo en un proyecto para averiguar si la predicción era correcta.

Con las cámaras y otros equipos de investigación instalados en dos aviones Falcon-20, Detlef  y sus colaboradores despegaron para  elevarse por encima de las nubes y observar los meteoros.

Los dos aviones volaron en rutas paralelas separados aproximadamente 100 km uno del otro. Los datos recopilados de esta forma, permiten determinar la altitud y trayectoria de cada meteoro. Por lo general, se queman debido a la fricción con la atmósfera a una altura comprendida entre 80 y 120 km, muy por encima de la altitud de crucero de un avión. 

Se ha calculado que la mayoría de los meteoritos que entraron en la atmósfera de la Tierra esa noche fueron expulsados por el cometa Giacobini-Zinner en 1900 y, desde entonces, han estado dando vueltas al Sol.

El equipo también ha registrado el espectro de al menos un meteorito, para poder determinar su composición química. Conocer bien la composición, tamaño y distribución de este torrente de rocas y polvo es importante ya que pueden suponer un peligro para naves espaciales en órbita.  


Para saber más: ESA

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