La muerte explosiva de estrellas masivas conocida como
supernova, está entre los eventos más trascendentales en el cosmos porque
gracias a ellas se esparcen por el espacio todos los elementos químicos que se
producen en el interior de las estrellas que las desencadenan, incluyendo los
elementos esenciales para la formación de planetas y para la propia vida. Una
clase de supernova (tipo Ia) proporciona, además una gran ayuda a los
investigadores. Este tipo de supernovas son utilizadas por los astrónomos como
referencia para calcular las distancias de las galaxias remotas cuyas
supernovas aparecen débiles debido a la enorme distancia. De esta manera se
dispone de una herramienta de calibración de distancias cósmicas.
En octubre de 1604, se produjo una supernova en nuestra
galaxia, la Vía Láctea, en la dirección de la constelación de Ofiuco. Su brillo
fue tan grande que durante tres semanas fue visible incluso de día. JohannesKepler comenzó a observarla después de la primera semana, y posteriormente
escribió un libro sobre el evento. Desde entonces, no se ha visto ninguna otra
supernova en nuestra galaxia, aunque se han observado muchas otras en otras
galaxias. La supernova de Kepler (como se la denomina a veces) resultó ser una
supernova de tipo Ia, y debido a su proximidad es la referencia principal en la
calibración de la distancia estándar. Irónicamente, no se conoce realmente la distancia exacta de
la supernova de Kepler. Se han realizado diversas estimaciones que oscilan
entre diez y veintiún mil años luz.
Astrónomos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian han
dado un paso importante en la búsqueda de esta distancia. Afirman que los
restos de la supernova Kepler tienen
otra característica. A diferencia de la mayoría otros restos como los de las
supernovas tipo 1a, los restos de la supernova de Kepler muestran claros signos
de que la onda de choque explosiva encontró una densa cáscara circumestelar.
Este grupo de científicos han utilizado el Observatorio de rayos x Chandra para
observar el espectro de emisión de átomos de hierro en el gas caliente y
modelardos como derivados de la eyección de supernova y del material alcanzado
por la onda de choque. De las mediciones del tamaño, la fuerza y detalles de la
emisión, concluyen que el remanente es probablemente mayor de unos 21 mil años
luz, aunque se necesitan investigaciones adicionales para fortalecer estas
conclusiones. Después de años de 407 de investigación científica, los nuevos
resultados finalmente ayudan a clarificar nuestra comprensión de este
espectáculo dramático.
Quizás también le interese:
No hay comentarios:
Publicar un comentario